...o peor, de los
teléfonos derritiéndose mientras uno trata de llamar larga distancia a su propio yo de pasado mañana, cuando sería harto más fácil tener ese tipo de contacto con la persona de uno a medio afeitar detrás de un espejo sucio, que, ¡gracias a
Dios!, todavía no dio indicios de comenzar a derretirse (
oremos).
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