Sí, y aunque su vagina no exista,
su copla muda entre los cerros
perfuma mejor que su entrepierna sucia
y el alma finge mejor ser piedra.
Sí, y aunque los ojos se irritasen
mira de frente al viento ululante
que te enfría los labios,
especialmente los labios
y casi sin querer las manos,
que se duelen al contacto con las cosas.
Sí, y aunque el columpio se repita
en su danza, aprende a disfrutarla,
porque a través de ella se bloquea
el otoño, el tiempo y su flujo;
que hamacándose, el aire es fotografía.
Una vez allí en movimiento
podemos mirar hacia el cielo.
Nubes, ramas, frutos,
aves, nubes, bostezo.
Se puede hacer foco aleatoriamente
en lugares, cosas o recuerdos,
en personas que se extrañan
o en sabores que nos esperan cómodamente,
o en una piel casi ajena, pero toda nuestra
con temperatura dulce de tibieza,
con la que se encuentran a veces los dedos,
deseosos de tacto y juego,
entre frazadas, entre siestas y meriendas,
con briza de sonrisas sin tiempo,
con ganas de salir a pasear en bicicleta
desde dentro de casas de paredones viejos
contra los que rompen
olas de hojas de secas.
mz
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